6 oct 2013

Soy el L'kusen y quiero que me querais

Stefan Reinartz, de 24 años, vive en el centro de Colonia. Capital de una región copada de pubs donde sólo se respira fútbol. Durante los descansos se puede contemplar hileras de personas invadiendo las aceras y escupiendo humo de tabaco por sus narices, hablando del partido y discutiendo sobre el último fuera de juego mientras maldicen el frío que hace en la calle, desprovistos del calor en suspensión que invaden los interiores de los bares. Reinartz no tiene ningún problema en cruzar ese río de aficionados del Colonia rumbo a su casa, ni de mezclarse con ellos para tomarse una birra con algún familiar que llega de visita, pasa desapercibido a pesar de militar en el Leverkusen y ser uno de los pilares de la nueva hornada que nutre la selección alemana. Su anónima incursión en territorio del FC Köln puede parecer un gesto positivo, pero no es nada sorprendente. Y ello no tiene que ver tanto con él y su desapego por la estridencia, sino más bien con el equipo en el que juega.

Esta semana tras el triunfo ante la Real Sociedad en Champions League se congratulaba de que el grupo siguiera su habitual tónica positiva, pero lamentaba que no hubiera nadie para hablar del excelente trabajo que están realizando. Para los medios y el aficionado alemán el Leverkusen parece no existir a pesar de que la institución se ha consolidado como la tercera potencia del campeonato teutón. "Nunca he visto aquí a nadie mostrar euforia ni entusiasmo a pesar de nuestros buenos resultados" dijo ante los micrófonos. "Me abruman tantos titulares" soltó haciendo uso de la ironía. Reinartz lleva 10 años jugando para el Bayer 04, y a pesar de que la ausencia de ruido mediático es vendida como una ventaja competitiva, el jugador echa en falta la atención de un entorno, que de afirmarse su inexistencia, se acertaría en la mayoría de las ocasiones. El club es víctima de vivir a la sombra de los grandes clubes de la región. Su nuevo CEO, Michael Schade, que sustituyó el pasado martes al histórico Wolfgang Holzhäuser en su puesto, a pesar de todo se muestra satisfecho por el interés de los aficionados locales, que apenas dejan 2000 entradas por vender en sus partidos en el BayArena.

El nuevo mandamás quiere asegurarse que en el futuro, al menos en dos tercios de los encuentros como local, se cuelgue el cartel de todo vendido, y para ello, ha emprendido una ambiciosa política de renovación de puestos comerciales del estadio, incluyendo nuevos puntos de venta de comida rápida y paquetes de entradas más sociales. Parece un inicio moderado respecto a su antecesor, que sumió a la entidad en el alboroto cuando confesó su intención de convertir al Kusen en la segunda entidad más popular del país, lo que desató una oleada de mofas y burlas provenientes de todos los sectores de la Bundesliga. Jugadores como Rolfes, Castro, Reinartz o Kiessling dotan al equipo de un rostro familiar, dándole una patina de juventud y vitalidad acompañada de un fútbol feroz y atractivo que da resultados, pero el éxito no siempre resulta sexy. Un estudio de mercado publicado por la liga la pasada primavera refleja que en términos de audiencia el Leverkusen no despierta grandes hostilidades, pero tampoco demasiadas simpatías, más bien infunda en el espectador un preocupante sentimiento de indiferencia.

Probablemente Sami Hyypia usará en toda su vida menos palabras de las que pronuncie el histórico dirigente del Bayer Reiner Clamund en una tarde de café y pastas. El finés es desde el pasado verano el responsable del banquillo aspirinero, y ya levanta adhesiones y sentimientos suficientes para convertirse en una figura de culto. Los jugadores adoran a su técnico no sólo por ser una vieja gloria del fútbol sino por ser un modelo profesional en el que se ven reflejados, su comportamiento como entrenador, dicen, no difiere del que tenía en su etapa de compañero - no hace más de año y medio - cuando compartían alineación sobre el césped. "Es exactamente igual que cuando lo conocí" dice Bernd Leno, quien vivió los primeros días de Hyypia al frente del banquillo tras la destitución de Robin Dutt. Sobre la lápida del excentral podría definirse el Bayer Leverkusen. Una persona de extremada tranquilidad, trabajadora, estudiosa y que se sabe rodear de los mejores expertos para formar un equipo de trabajo que da resultados excepcionales. Es la realidad del Bayer 04, un club que ha conseguido reunir todas las virtudes que debe poseer cualquier entidad que se precie, y sin embargo, lo único que le falta parece no poder conseguirlo.

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