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1 oct 2010

Herida abierta en el este.

Varias generaciones de Ossies han vivido durante los últimos veinte años presenciando con impotencia como su mundo se desmoronaba. Sus recuerdos, sus pasiones, sus ilusiones, muertas y enterradas por siempre jamás. La cultura futbolistica con la que crecieron, y que fue transmitida de padres a hijos, creando esos rituales mágicos, paganos pero igualmente ceremoniosos, han desaparecido. Sustituidos por el rencor, la violencia , la desesperación o incluso por la indiferencia. Donde antaño se disputaban fervorosos derbys entre gradas de madera, perfumados con olor a tabaco viejo, en la actualidad crecen malas hierbas. Solo en algunos privilegiados puntos del país, de vez en cuando, tienen el placer de rememorar pasiones olvidadas, esperanzados en un futuro mejor que nunca llega.

Esta temporada se cumplirán 20 años de la otra unificación. La deportiva. En la 90/91
Alemania ponía el broche de oro a la herida que abrió la guerra. Todos los clubes del este y del oeste, regidos bajo una misma federación y compitiendo en una misma liga. Pero no de igual a igual. La caída del régimen inundó de temores al complejo entramado administrativo del gobierno socialista. Sus funcionarios buscaron el bien propio, en aras de un retiro político en Rusia, alejados de cualquier posible represalia. Los clubes de fútbol de la RDA no eran más que la extensión social del poder político. El Dynamo Berlín dependía del ministerio de defensa. El Lokomotiv Leipzig, de la empresa publica de ferrocarriles. El Carl-Zeiss Jena era el equipo de empresa de Motor-Jena, la automovilística patria. El Dynamo Dresde de la compañía nacional de electricidad... y así, hasta el final.

Las privatizaciones ordenadas por
Helmut Kohl no tuvieron en cuenta a los clubes, viéndose estos obligados a incorporarse de golpe al estricto entramado económico occidental. Las ansias de cruzar la frontera de muchos y el abundante dinero del oeste, secó las canteras y plantillas de la Oberliga. Un expolio en toda regla. Los traspasos millonarios que se realizaron en principio estaban destinados a acondicionar las instalaciones de los clubes y en crear una estructura acorde a las exigencias de la Bundesliga. Pero ese dinero jamás llegó a las arcas de las entidades deportivas, acabó en los bolsillos de sus funcionarios. Volker Opptiz, actual director general del Dynamo Dresde, llora con impotencia en una magnifica entrevista en RevierSport “Todavía estamos pagando el desastre que se gestó tras la reunificación”.

Antaño los clubes del este eran noticia por poner contra las cuerdas a sus vecinos occidentales en sus cruces europeos, o por disputar sonadas finales. En 1974 el
FC Magdeburg ganaría la Recopa tras imponerse en la final por 2-0 al Milán. Un éxito titánico, si se tiene en cuenta que todos los integrante de aquel equipo eran nacidos en la misma ciudad de la que recibe nombre el club. Años más tarde, el Lokomotiv Leipzig intentaría emular a sus compatriotas en la final que disputó ante el Ajax en Atenas, con resultado inverso. Glorioso pasado, decadente presente. En la actualidad los clubes de la RDA solo atraen la atención mediática por la violencia de sus ultras, o por sus sonados escándalos financieros.

Jürgen Sparwasser siempre ha sido un optimista. Con tesón ha manifestado hasta la saciedad sus esperanzas en ver algún día a un equipo de la vieja república conquistar la Bundesliga. La realidad, le ha hecho desistir, aunque mantiene viva la llama de la esperanza: “aunque ya no lo verán mis ojos” apostilla. Desde 1996 los únicos clubes del otro lado del muro que han militado en primera han sido el Energie Cottbus, curiosamente, fue penúltimo en la ultima Öberliga que se disputó en 1991, y el Hansa (Ultimo campeón) siendo este el que mejor historial se ha granjeado en la nueva realidad.

El este conserva una pequeña esperanza. Aun siendo un club desnaturalizado, sin el poso que da la tradición y sin raíces en la vieja ex-república “democrática”,
Red Bull adquirió en el verano de 2008 un pequeño equipo de las afueras de Leipzig con la intención de convertirlo en una potencia futbolistica en 15 años. Quizá el viejo Sparwasser, todavía pueda presenciar el sueño dorado de miles de ossies, ver al este reinar sobre el oeste.

Ultima clasificación de la
Öberliga.

1º Hansa Rostock : El ultimo campeón de la RDA ha militado durante gran parte de este periodo en primera división. Las ultimas cuatro campañas lo ha hecho en la 2.Bundesliga. La pasada temporada perdió la promoción de ascenso ante el Ingolstadt y milita en la 3.Liga.

2º Dynamo Dresde: Fue junto al Hansa el único club que cumplió los requisitos para inscribirse en la Bundesliga, descendió por perder la licencia en 1996 .. un descenso que fue de hasta 5 categorías. Pronto se recuperó volviendo a segunda, luchó por el ascenso hasta 2006. En 2007 descendería a la actual 3.Liga donde permanece.

3º Rot-Weiss Erfurt: un clásico de la 3.Liga

4º Chemie-Halle FC (también conocido como Turbina-Halle): Regional-Liga grupo Norte

5º Chemintzer FC: Regional-Liga grupo Norte

6º Carl-Zeiss Jena: un clásico de segunda durante este periodo, en las ultimas tres campañas milita en la 3.Liga

7º Lokomotiv Leipzig: Desapareció en 2002, refundado por aficionados en 2004 como 1.FC Lokomotiv, milita en la Nordost-Oberliga grupo Sur.

Stahl Brandenburg: Liga de aficionados de Brandenburgo.

Eisenhüttenstädter FC: Futbol amateur.

10º FC Magdeburg: Regional-Liga grupo Norte.

11º Dynamo Berlin: Nordost-Oberliga grupo Norte

12º Sachen Leipzig: Nordost-Oberliga grupo Sur

13º Energie Cottbus: 2. Bundesliga

14º Viktoria Berlín (Actual Viktoria Frankfurt/Oder): Futbol amateur.

8 jun 2010

El gol de Sparwasser: Alemania '74.



Probablemente Heing Krügel, junto con Gorge Buschner, sea el mejor entrenador de la historia en la RDA. Este pequeño cascarrabias se hizo cargo de la selección del este en 1959, apenas duró dos temporadas. Fue el primer y ultimo personaje en cuestionar públicamente el intervencionismo político en el fútbol oriental. “Ustedes preocúpense de que la gente viva bien, que aquí el entrenador de fútbol soy yo” declaró en rueda de prensa antes de un compromiso de la selección, cansado de las presiones recibidas por los funcionarios para que alineara ciertos jugadores en detrimento de otros.

Como castigo fue enviado a la alta Sajonia para entrenar al Magdeburgo, antigua sección del Viktoria Magdeburg, que empezaba a dar sus primeros pasos en solitario tras la escisión. Lejos de los focos del Berlín este, libre para trabajar sin las presiones del partido, Krügel modeló a imagen y semejanza aquel equipo hasta convertirlo en uno de los mejores clubes de la RDA. Con jugadores que apenas alcanzaban los 20 años, siendo todos naturales de dicha ciudad, consiguió conquistar Europa.

Mientras los aficionados del Milan quemaban las banderas de su equipo, en señal de protesta tras sufrir una humillante derrota, los jugadores del Magdeburgo, en la más absoluta de las soledades, celebraban sobre el césped de De Kuip la consecución de la Recopa de Europa. Aquel 9 de Mayo de 1974 ante 5000 espectadores, de los cuales solo 300 eran germano-orientales, el Magdeburgo de Jürgen Sparwasser, Pommerenke, Seguin, Tyll y Zapf habían puesto la guinda al que fue un año histórico para su país.

Anteriormente el Dynamo Dresden había conseguido que los siempre virados focos occidentales miraran hacia la RDA. El 3-3 en Dresden y el 4-3 en Munich ante el Bayern en la Copa de Europa dieron mucho de que hablar. Las semifinales alcanzadas por el Lokomotiv Lepizig en la UEFA, tras imponerse al Ipswich Town y al Wolverhampton, fueron la prueba de que algo en la RDA estaba cambiando. Aquella selección, se clasificó por primera vez en su historia para un mundial. El fútbol del este se había hecho grande.

El sorteo para la fase final de la copa del mundo deparó un duelo fratricida. Las dos alemanias se verían las caras por primera y única vez. Muchas fueron las voces que apuntaron que el sorteo fue amañado. Aunque nadie se esperaba que los acontecimientos que ocurrieron aquel 22 de Junio del 74 en Hamburgo se desarrollaran como lo hicieron. El clima político que vivía Europa fue un aliciente más. Los hechos acontecidos en las olimpiadas de Munich quebraron las ya de por si complicadas relaciones entre ambos países. Para postres, meses antes de la disputa del mundial, se descubrió que el secretario de un alto cargo del gobierno germano era un agente de la Stasi. Aquel partido, se convirtió en el encuentro más politizado de la historia del fútbol.

Angela Merkel nació y creció en la RDA, en una entrevista concedida a 11Freunde en 2006 habló sobre el gol de Sparwasser que dio el triunfo a su selección sobre Alemania Occidental: “El salón de mi casa estaba ocupado por 20 personas, todavía recuerdo el silencio sepulcral con el que vivimos aquel gol, todos estábamos tristes porque sabíamos lo que iban a hacerle a Sparwasser”. Así se entiende como aquella acción arruinó la vida de un jugador de 22 años que se encontraba en el mejor momento de su carrera.

Las reacciones no se hicieron esperar, un aviso de bomba aquella misma noche obligó a la selección del este a abandonar su hotel. Sparwasser pasó de héroe a villano. La simple creencia popular de que estaba siendo colmado con coches y dinero por parte del régimen le estigmatizaron. Una leyenda urbana que contribuyó a hundir su carrera. “Si en mi lápida solo pusiese, Hamburgo 1974, todo el mundo sabría quien está enterrado ahí” confiesa con cierta tristeza el ex-jugador. ¿Como es posible que odien a alguien por meter un gol? Según Sparwasser, en la RDA la mayoría de la gente se sentía plenamente alemana, simpatizando con la selección occidental. “Fui doblemente odiado, me consideraron un traidor por vencer a su propio país. Me acusaban de haberle hecho un favor al régimen metiendo aquel gol”.

Aquel partido también trajo consigo consecuencias no políticas. El propio Beckenbauer declaró que de haber tenido dos medallas de campeón del mundo, una se la habría dado a Sparwasser. Aquella derrota por 1-0 ante la RDA hizo que Alemania no fuera primera de grupo, evitando en el sorteo de semifinales a Holanda y Argentina. En el país teutón se dice que hay tres goles fundamentales en la historia de la selección. El de Helmut Rahn en 1954, el de Hurst en Wembley en 1966, y el de Sparwasser en el mundial del 74.

Como confiesa el propio Sparsi, 20 minutos después de acabar la final de la copa del mundo, recibió en su casa de Magdeburgo un telegrama sin remitente procedente de la parte occidental: “Sparsi, en nombre de toda Alemania, gracias.” La vida de Sparwasser tras el mundial fue un infierno. Su gol era repetido todos los días en la TV. El jugador encontró en Krügel un amigo y un compañero en el que refugiarse. Los tentáculos del poder estaban tan extendidos que la contratación de un entrenador en un club de fútbol tenia que ser aprobado por el gobierno. A Sparwasser le ofrecieron hasta en tres ocasiones entrenar al Magdeburgo, un cargo con claras conexiones políticas. Siempre lo rechazó.

Desertaría años más tarde. Su vida en occidente tampoco fue fácil, las autoridades de la Alemania federal le cerraron todas las puertas alegando que era miembro del partido comunista de la RDA. Todos los deportistas del país, antes de una cita internacional, eran obligados a afiliarse al partido. La negativa era sinónimo de quedarse en casa y sufrir las consecuencias de repudiar al régimen. Era la forma que tenia la dictadura socialista de aprovecharse de los éxitos de sus atletas en favor propio.

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