Tras la guerra, la desolación. El club de su vida, con el que había jugado y se había hecho un nombre, con el que debutó en el primer equipo con 16 años, desapareció. Schlienz fue de los pocos jugadores del equipo que sobrevivió a la guerra. Los que no murieron en el frente, acabaron en campos de concentración rusos. Quienes salieron vivos de ellos acabaron demasiado tocados como para reengancharse a la vida. Stuttgart era la única vía disponible.
En la ciudad automovilística crearía su mito. 45 goles en 30 partidos fue su carta de presentación en el Gottlieb Daimler. Aquella temporada el Stuttgart ganaría su primer titulo de liga. Su mentor en el equipo rallado fue Ernst Schnaitmann, portero y capitán, que coincidió con él en la selección juvenil y con el que se enfrentó en diversas ocasiones en la Gauliga Süddeutscher. Delantero rápido, habilidoso.. un jugador franquicia que era capaz de ganar él solo los encuentros. Su desparpajo y su simpatía le sirvieron de complemento a su fútbol para calar entre la gente. No fue nunca un ejemplo de profesionalidad, la disciplina no iba con él, capaz de saltarse algún que otro entrenamiento en aras de cultivar sus relaciones con las chichas más atractivas de la ciudad.
La vida todavía le tenia preparada una desagradable sorpresa, que le cambiaría para siempre. Tras acudir al entierro de su madre, Schlienz cogió prestada una furgoneta de uno de sus familiares para recorrer los 40 kilómetros que le separaban del resto de sus compañeros. Esa misma tarde el Stuttgart jugaría un crucial encuentro para determinar el campeón federal. Con la radio a toda pastilla, y con su inseparable cigarrillo, a 30 grados de temperatura, Robert, bajó la ventanilla del coche y sacó su brazo izquierdo para refrescarse. La velocidad y el mal estado de la carretera hicieron el resto. El vehículo volcó, y el antebrazo del jugador, quedó amputado.
Una desgracia que podía haber retirado del fútbol a cualquiera. Pero no a él. Gorg Wurzer, entrenador del equipo, le convenció para que continuara jugando. Las dudas eran evidentes en Robert. ¿Como se enfrentaría a los defensas? ¿Como afrontaría una caída tras una entrada?. De la tragedia salió un gran futbolista. Wurzer trabajó con el muchacho en solitario durante meses para prepararlo, retrasó su posición, alejándolo del choque con los defensas. Desde su demarcación de enganche, Schlienz se convirtió en el mejor jugador del país.
Solo cuatro meses después de su accidente, volvió a aparecer sobre un terreno de juego. Con la camiseta atada a la altura del muñón y ante 86 mil espectadores, el Stuttgart con un gol suyo ganaría por 2-1 al Bayern de Munich. La prensa de la época atribuyó el éxito del equipo a la presencia del jugador. "Los sureños jamás habrían sido campeones sin Schlienz", tituló en portada Kicker. Y puede que no les faltara razón. La mejor actuación del delantero en su nueva etapa la firmó ante el Saarbrücken en la final del campeonato nacional de 1952. Tras ir perdiendo 0-1 en el descanso. Schlienz deleitó al publico con una magistral actuación. Él solo fue capaz de ganar el encuentro, asistió en los goles, para imponerse por 3-2 al conjunto del Sarre, y dirigió al equipo desde la media para alzar el segundo titulo de la historia para la entidad del sur de Alemania.
Años más tarde, Di Stefano, que se enfrentó al Stuttgart con el R.Madrid en un amistoso, declaró que el mejor jugador que había visto sobre el terreno de juego en aquel partido, solo tenia un brazo. En temporadas sucesivas, Schlienz, ya como capitán del equipo, condujo a los suyos hacia otra final de liga, que perderían ante el Kaiserlautern, y a conquistar dos copas alemanas. Fue declarado durante 4 temporadas consecutivas como mejor jugador del país, cerró su carrera en 1960 habiendo anotado 200 goles en 340 partidos.
La intransigencia y los prejuicios no le dejaron poner la guinda a su carrera. Sepp Herberger siempre fue reacio en llevarlo al combinado nacional. Su dilatada estancia al frente del seleccionado teutón, perjudicó gravemente la carrera internacional de Schlienz. Solo pudo vestirse como internacional en tres ocasiones, ya en el final de su carrera, y como homenaje a su trayectoria. Robert Schlienz falleció en 1995, estando considerado como el mejor jugador de la historia del Stuttgart, dando nombre al estadio que forma parte de la ciudad deportiva del club.
3 comentarios:
Fascinante historia, no conocía a este futbolista alemán.
Yo tampoco lo conicía.
Otro de los cracks de los que poco o nada se sabe.
Abe Lenstra, John Charles, El "Charro" Moreno, Walter Gomez, jugadores de excepción... Seguro la lista debe ser inmensa...
llevo tiempo queriendo escribir sobre Okudera, japones que hizo un más que buen papel en el gran colonia de los 70. Una época donde los "japos" precisamente no destacaban por su fútbol.
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