Los Villanos tuvieron ante si una oportunidad histórica para reverdecer viejos laureles y la desaprovecharon. Decepcionante la imagen del Aston Villa en la final de la Carling Cup del pasado domingo, decepcionante, porque ha demostrado en repetidas ocasiones a lo largo de los últimos años que es capaz de ganar a cualquiera a un partido, protagoni-zando victorias memorables contra Chelsea, Arsenal o United en la Premier. Todavía hay operarios de la Football League buscando a Agbonlahor y Ashley Young por las inmediaciones del estadio, ya que no aparecieron durante los 90 minutos de partido.
La final en si estuvo desangelada, en año de mundial la final cayó peor que nunca, ni siquiera Wembley colgó el billete de no hay entradas. A la misma hora en diversos puntos del país se disputaba la jornada de liga, lo que contribuyó a la perdida de interés.
A los 13 minutos el Aston Villa se encontró con un penalti a favor que aprovechó Millner para adelantar a los locales. No duró mucho la alegría en el graderío este, donde se concentraban los casi 50 mil aficionados llegados de Birmingham, pues solo unos minutos más tarde Owen, que abandonaría el terreno de juego lesionado, estableció el empate a uno gracias a un error defensivo de los chicos de Martin O'neil.
Rooney se encargó de sentenciar el encuentro en el 70, con un golazo de cabeza tras la incursión de Valencia por banda en jugada personal. La sensación que dejaron los diablos rojos es que ganaron el partido cuando quisieron, ya que llegado el momento y viendo la incapacidad del Villa de traspasar el centro del campo del United, estos apretaron el acelerador, lo que provocó que la inoperancia de los Villanos en ataque fuera todavía más notoria. Rooney pudo establecer el 1-3 si su fantástico remate de fuera del área no se hubiera encontrado con la base del palo defendido por Friedel, que salvó en más de una ocasión a su equipo.
Solo en los minutos finales el empuje local pudo poner el empate a dos en el marcador, la chepa de Heskey se encontró con un balón que hubiera acabado en gol si no se llega a interponer en el camino la mano que sacó in-extremis del joven guardameta del Manchester para enviar el balón a córner. Ferguson volvió a apostar en la final por las rotaciones, saliendo con el equipo base que disputó la mayor parte de la competición, como en él es habitual. En cuanto a los propietarios del Villa Park, todavía tienen una vía de escape, ya que en la FA CUP tienen el camino allanado hacia la final si consiguen romper la maldición de los cuartos de final. El Villa desde 1955 no gana la competición copera.
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