9 ene 2012

Una historia de Leipzig.

Había un tiempo en el que la ciudad de Leipzig se mostraba orgullosa al mundo. Había un tiempo, donde el color dorado y verde identificaban a los vecinos con sus dos grandes clubes, enemigos enfrentados en un campeonato que se encargaban de amenizar con sus luchas por el titulo. Había un tiempo donde Leipzig salia a Europa para asustar al viejo continente con sus potentes escuadras. Había un tiempo, donde 35 mil espectadores se daban cita para presenciar el derbi de la ciudad en la cuarta división del fútbol alemán. Había un tiempo, donde Leipzig, sólo tenia dos clubes de fútbol.

Pero aquellos días pasaron para quedar en el olvido, sepultados por el recuerdo disperso que nos otorga el caer de los días y con el que alimentamos anhelos y frustraciones presentes. La capital industrial de Sajonia vive desde el cambio de siglo enfrascada en una permanente guerra civil, donde ya no se dirime la hegemonía de sus dos principales clubes, sino cuales de las muchas instituciones nacidas en los últimos tiempos son las verdaderas herederas del legado del Lokomotive y del Sachsen, las viejas damas del este, de las que apenas quedan leves recuerdos de sus días de gloria.

En el pequeño e industrial arrabal de Leutzsch, de 15 mil habitantes, reside desde el pasado verano el equipo que adopta la misma nomenclatura que da nombre al popular distrito oeste de la ciudad. Ondeando los colores verde y blanco, y haciendo gala de los patrocinadores que un día dieron vida al malogrado club de la industria química, el SG Leipzig Leutzsch se auto-proclama único heredero del FC Sachsen. En la otra orilla, y separado por dos manzanas, el BSG Chemie, el primer hijo póstumo de la institución, compite bajo el nombre que este utilizó en la época de la RDA. Ambos, enfrentados en una guerra social y política que ha conseguido dividir a una militancia antaño orgullosa de su adhesión incondicional al viejo TURA, luchan a brazo partido por erigirse en los legítimos herederos del antiguo campeón de la república democrática.

Pero esta enemistad social va mucho más allá de cuestiones o cuitas caprichosas, se enfrentan dos modelos irreconciliables desde la raíz, dos formas antagónicas de entender el fútbol, que ya parten separadas desde el mismo alumbramiento. Mientras el Chemie, en 2008, vio la luz gracias a la iniciativa popular, como receptáculo desde el cual rescatar los restos que quedaran de una matriz irremediablemente abocada a la liquidación, abogando por el control de la sociedad desde las bases y con un marcado programa social bajo el brazo, el Leutzsch, fue un invento sacado de la manga por viejos directivos, culpables, de que los principales patrocinadores de la moribunda institución acabaran embarcándose en un proyecto que no es más que la continuidad de un modelo derrotado.

Oteando desde el extrarradio el humo de la batalla y los restos que esta va dejando, el RasenBall – la franquicia alemana de Red Bull – ha ganado una guerra de la que ni siquiera ha formado parte. Con las miras puestas en la 3.liga, el vecino postizo, el viajero extraño que fue recibido con multitudinarias manifestaciones en su contra, ha pasado en apenas cinco años de dar cobijo a 200 espectadores en sus partidos como local, a tener que trasladarse al estadio olímpico – sede del mundial de 2006 – donde unos 20 mil aficionados, refugiados de una guerra civil que afecta al corazón mismo de la región, comparten silla y pasiones olvidando tiempos lejanos, donde sus sentimientos por alguna de las dos únicas instituciones a las que daba cobijo la urbe, les tenia enfrentados.

Tras la caída de sus grandes colosos, y con poco más de 500 mil habitantes, la ciudad que un día ejerció de contra poder a los grandes clubes del norte, es – con siete – una de las capitales europeas que más clubes de fútbol acoge entre sus entrañas, esta división fratricida nos hace retroceder cien años en el tiempo y poder ver en primera persona como debió ser el origen del fútbol en muchos lugares, con cientos de proyectos naciendo y muriendo, fusionándose, y luchando unos con otros por hacerse con el control de las regiones y los barrios. De una experiencia triste y melancólica, Leipzig ha sabido encontrar una segunda oportunidad, aunque para ello, tengan que vivir con todos sus inquilinos enemistados entre si.

Los dos grandes de Leipzig.

El VFB Leipzig tras la guerra pasó a formar parte de la industria ferroviaria de la RDA, siendo rebautizado como Sportvereinigung Lokomotive. Es el único club capaz de haber sido campeón de las dos Alemanias, suma un total de 7 títulos (4 alemanes, 3 de la RDA, y 5 copas) y fue finalista de la Recopa de Europa en 1986. Su desaparición en 2003 dio paso a cuatro clubes, fusionados en 2006, para dar paso al actual 1.FC Lokomotive.

El TURA, heredero en 1899 del extinto Britannia, tras la guerra fue incrustado en la industria química del régimen comunista, adoptando como propio el nombre de Chemie. En 1990, tras la re-unificación, modificó su nombre adoptando el de FC Sachsen. Posee en sus vitrinas 3 ligas y 2 copas de la RDA. Su desaparición en Junio de 2011 dio paso a dos clubes: el BSG Chemie y el SG Leipzig Leutzsch

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